Los Restrepo llegaron el sábado 12 de junio. Se hospedaron en un hotel de cinco estrellas y conocieron Guatapé y Divercity, en el Centro Comercial Santafé.
Todo iba muy bien. “La gente, muy querida”, comenta Adriana. Pero a las 5:15 de la tarde del lunes, cuando se desplazaban por la avenida Regional, en busca de la salida hacia su natal Pereira, se encontraron con los delincuentes.
En el carro de adelante iban los papás de Adriana y uno de sus niños, mientras que ella, dos hermanas y su otro hijo viajaban atrás.
En límites entre Medellín e Itagüí, dos hombres en una moto de alto cilindraje se acercaron al carro de adelante. Con trapos, el parrillero tapó las placas.
La motocicleta tomó la izquierda y quedó justo al lado del papá de Adriana, quien conducía el carro. El parrillero desenfundó una pistola y, al ver que el conductor tenía la ventanilla cerrada, se la puso en la cabeza al hijo de Adriana, de apenas 12 años.
El atracador le gritó al conductor que le diera su cadena de oro o mataría al niño. De inmediato, el señor le entregó la cadena, al tiempo que otros dos motorizados abordaron el carro por el lado derecho.
Adriana cuenta que los cuatro tipos iban por el carro, pues forcejearon las puertas pero no pudieron abrirlas.
De una camioneta blanca que se acercó empezaron a salir disparos, lo que desató el tiroteo con los atracadores, que se debatían entre su defensa y su huida.
Para la mujer, el hombre de la camioneta fue su “ángel guardián”, pues “nos salvó la vida y evitó que nos robaran el carro”.
Los motorizados huyeron y Adriana sólo sabe que ella y su familia emprendieron el regreso a Pereira lo más rápido que pudieron.
En medio del pánico por lo que le pudo pasar a su hijo, ella asegura que no volverán nunca a Medellín y se lamenta por la inseguridad en la capital paisa, que puede ahuyentar a los turistas.



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